LA NONA sigue generando preguntas más que respuestas. Sigue generando interpretaciones más allá de su época. Sigue irguiéndose por encima de lo político para responder a tantas opresiones que nos van minando y a las que deberíamos enfrentar si tuviéramos las fuerzas necesarias.
Y LA NONA, el texto de Roberto Cossa, recientemente fallecido, es una apuesta descacharrante al humor más negro, sin perder de vista tampoco que sus criaturas son de carne y hueso, tan identificables en los 70, como en el Uruguay de hoy.
A esta diversión, a esta reflexión, a esta mezcla de humor y crueldad aspiramos en la presente versión de un clásico del Río de la Plata, en estos setenta y cinco años de El Galpón. Y además, tenemos el honor de ser la primera obra de su autor que los galponeros ponen en escena.
Un homenaje más que merecido y una ocasión para mostrarnos la riqueza de un texto que, desde la figura de esa Nona asexuada y de aquellos que la padecen, nos interpela y nos advierte que debemos resistir a las opresiones a pesar de todo. No siempre lo lograremos. Pero el intento bien vale la pena, como esa luz que no debemos perder en el horizonte.
Alfredo Goldstein.
LA NONA es la historia de una familia. Heredera de aquellos inmigrantes que muchas décadas antes se dieron cuenta de que la América soñada no iba a aparecer nunca. Y que la ley del esfuerzo podía ayudar a paliar esos sueños que se fueron diluyendo a pasos agigantados, mientras se sucedían los gobiernos, los distintos regímenes, los choques cada vez más notorios entre pobreza y riqueza.
Un padre trabajador y en procura del sustento diario, una madre que es un cable a tierra para no escapar de la inmediatez, una tía vieja que ha perdido sus ilusiones y que intenta vivir como puede, un sobrino chanta que finge escribir tangos que nunca termina y que evita trabajar para seguir su sueño de ser “artista”, una muchacha que aporta lo suyo a la familia, pero que poco a poco irá entrando en una pendiente difícil de remontar. Por fuera de ellos, un quiosquero ambicioso que se jugará el todo por el todo para demostrar una codicia infinita sin medir las consecuencias.
Y por encima de todos ellos, LA NONA, esa anciana de cien años, que en su gula eterna, va devorando literal y figuradamente a todos los demás, mientras va transformando su simpatía en una voluntad de destrucción, paralela a la indiferencia ante el sufrimiento de los suyos.
Escenografía: Cecilia Bello
Iluminación: Rosina Daguerre.
Vestuario: Agustín Rabellino.
Ambientación sonora: Fernando Ulivi.
Diseño gráfico y fotografía: Alejandro Persichetti.
Traspunte: Natalia Ibáñez.
Producción Ejecutiva: Luciana Viera.