Siguieron “La Nube” y “Atala”, ambas del disco Destilar, luego “Lo Pactado” de Discopático, escrita por el Cebolla, para luego dar lugar al segundo invitado de la noche. Cuando empezaron a exponer el contexto de la invitación, que era un baterista que ensayó todo el repertorio ya que Pepe Canedo estaba por tener familia en las mismas fechas que estaba programado Envés -finalmente tuvo antes y estuvo presente en los recitales- uno se imaginaba quién iba a ser el baterista en cuestión. Uno de los más destacados a nivel nacional que se ha distinguido tanto en el rock como en otros géneros. Si estás pensando en Martín Ibarburu, acertaste. Lo curioso es que Martín subió para tocar una serie de temas, pero subió en quizás uno de los temas con menos batería, “Dice”. Será que le gusta esa canción. Y a quién no.
Posteriormente tocaron “Ves” del disco Érase y “Caridad”, un inédito de antaño cantado por Cebreiro. La energía, los gestos y el baile del Cebolla eran como si estuviera tocando en un festival para 50 mil personas. Al terminar de cantar la canción habló sobre descubrir el envés de las canciones y confesó que le incomodaba el silencio que se generaba entre canción y canción luego de los aplausos por la seriedad que le agregaba el lugar, a lo que el público rápidamente tapó el silencio con un ´vamo La Vela de mi corazón´.
Llegaría ahora otro momento del envés para redescubrir canciones y reversiones que no suenan en vivo hace tiempo. “Contradecir” salió a escena con un banjo, chelo y violín, sumados a la instrumentaria habitual de La Vela -que desde hace un tiempo incorporó teclados-. La anexión de múltiples instrumentos sin duda le dio un sonido más completo y similar a la versión de estudio, no tanto así como había sido en sus últimas apariciones en recitales, que yo recuerde por los años 2015, 2016.
Con una impronta similar, ya sin banjo, interpretaron “En el limbo” con Garo Arakelián como invitado. En mitad de la canción Garo y el Enano bailaron una especie de vals enlazados en un abrazo, un abrazo entre dos de las bandas de rock más grandes que nos dio nuestro país. Mientras, Leti se lucía en el violín, y se ganó la ovación más grande de la noche con su solo. Mostrando también que el público de rock no está reacio a los cambios o a la incorporación de instrumentos no convencionales para el género, como quizás hubiera sucedido años atrás. El espectáculo también se trataba de eso.
A continuación comenzó una intro desconocida de Teysera en guitarra criolla con un juego de luces que se iba concentrando en él poco a poco hasta que empezó “Canción para uno”. Cuando terminó, el Cebolla irrumpió el silencio incómodo diciendo que era una muy linda canción que le hubiera gustado haberla escrito él.