Martín Buscaglia en La Trastienda MVD

Fotografía: Gonzalo Abeiro

Crónica: Pedro González

12 de diciembre de 2024

La Trastienda MVD

 

Un artista que ya ha vivido varias vidas musicales, y en cada renacimiento, se levanta con sonidos nuevos, desplegando un abanico de posibilidades que enriquecen, se perciba o no, la escena local.

21:14 horas, después de cantar dos canciones que tenían olor a improvisación, pero que finalmente con la intervención del coro quedó claro que estaba preparada, llegó el turno de uno de los clásicos del gran álbum El evangelio según mi jardinero, Trivial Polonio

Finalizada, habló de las décimas con las que la compuso, y dio ejemplos de otras décimas que podían encajar en esa música, improvisando y enseñando a escribir.

Las luces estaban entramadas en distintas capas que formaban triángulos, que surgían desde abajo y desde arriba, convergiendo y emergiendo.

Los instrumentos es una canción que invita al reconocimiento de la posibilidad intrínseca de todos a emitir sonidos y expresarnos a través de la música. Con esta canción comenzó el baile.

Hay mil y una maneras de componer canciones, también de escucharlas, dijo. Propuso al aire, imaginar hacer una canción nigeriana de los años 70, de una banda funk que venía en un barco que atracó en el Barrio Sur, y que por una pandemia se tuvieron que quedar más de lo planificado, entonces aprendieron a tocar el candombe, pero “más o menos “ . La canción que le siguió sonó con una clave de candombe en negativo, en la que todo lo que suena, no suena y lo que no suena, suena: Así sonó, Me enamoré. Otro de los hits llegó, con nuevos arreglos y en un punto altísimo, Sale el sol.

En el escenario se montó una escenografía que recreó una cocina, una mesa, sillas, detrás había colgados, sartenes, cuchillos y demás utensilios. El cocinero se sentó a la mesa y, con un libro en la mano, leyó o recordó: “hay recetas para hacer un plato y una canción, conviene conocer los frutos autóctonos y aprovechar los de estación.” Hay platos que se cocinan en un santiamén y otros en horas y horas. El tiempo de consumisión no varía mucho, unos pocos minutos. Y ahí se llega a lo realmente importante, la sobremesa. Con las canciones pasa lo mismo, lo importante es cómo se incorpora a tu devenir, cuanto perdura. 

Explicó que la selección de canciones surgió por su tocabilidad en la guitarra y agradeció las precisiones a sus amigos y colegas, Martin Ibarburu, Martín Ibarra y Nacho Mateu. “Cúlpenme a mí de las nomenclaturas polémicas”, indicó y agregó, “las cosas las hago para aprender, no para enseñar y, en la pugna entre legibilidad y laberinto, me declaro neutral”.

Luego dijo que una forma inaugural de aprendizaje fueron los cancioneros, que fueron una canana de herramientas para comenzar a componer sus primeras canciones, descubrí que una cancion no tiene importancia, pero que hacerla sin ganas, sin aventura ni echizo, es un sacrilegio imperdonable. Que el conocimiento se vuelva sentimiento cerró.

Después canto Ta go go ta ta go go, con una botella de plástico como instrumento. Una canción que hizo Eduardo Mateo y su papá, el Corto Buscaglia.

También dijo sentirse un poco solo y salió Coby Acosta, comenzaron a percutir en la mesa y cantaron la canción de la religión.

Luego sacó del estuche la canción que hizo para el “Guerrero, que no para nuca”, Luis Suárez. En realidad, no la hice para él, la hice para mí, aclaró.

Seré de todo menos prejuicioso, porque en la vida mucho ya pasé y ahora que el clima está tan caluroso y el termo tiene tereré, te acepto un mate. Buscando yerba entre las ruinas de Siria, con un cimarrón mientras jugaba gremio. No tomo alcohol, pero soy abstemio. Comprado un zum en el mercado negro, te acepto un mate. Atravesé la cuarentena del 20, inoculándonos el virus del miedo. Todos creemos ser muy buena gente, antes de que el mundo se acabe de nuevo, te aceptó un mate, y comenzaron los acordes. La cantaron sentados a la mesa con el coro detrás.

Palo y palo, los @mambapercusion salieron y nos trasladaron a una comparsa. se sintió una reverberación o un eco de de Hermeto Pascoal que enganchó con la siguiente canción, Candombe de Marte.

Se comenzaba a oler el final, Buscaglia, bajando del letargo musical, dijo gracias y profirió un guuaauuu! Como reflexionando lo bueno que estaba todo.

Después dijo: “no hay nada más hermoso que pronunciar el nombre de las personas amadas, Juana Buscaglia!”, y con su hija cantó Visionarios, canción que compuso junto a Julieta Rada. Como si se tratara de algo cotidiano, Juana cantó y dejó en claro que la música es algo que va mezclado en la sangre, como una herencia resplandeciente, que recibimos quienes estábamos, el placer de presenciar, en un momento único.

Los clásicos que fueron siendo espolvoreados a lo largo de la noche, a las 22:07 le dieron el turno, a Ante la duda todo. Luego, por los aplausos extasiados del público, aprentando los puños espetó: “una piscina de esperanza!”.

Se acercaba el final y Buscaglia nombró uno por uno a todos los involucrados en el espectáculo, no solo a los músicos, algo que no es habitual y habla de este artista comprometido con la música y el proceso creativo. 

Recordó luego, lo mencionado en el comienzo, cuando dijo que la sala había sido un teatro y una iglesia, en otros tiempos. Y eso, hizo notar, era lo que se manifestaba, una suerte de congregación y devoción a la música. 

Entonces, como un mozo recogió pedidos y se gestó una lista de 5 temas, un menú, que por imposibilidad temporal dijo que las cantaría todas juntas, como una picadita. Pasaron Anís, cantante de la parra, Mil cosas, altas horas y Orgasmo.

Finalmente, como cierre, porque había que bajar del Everest donde nos fuimos de la mano con Buscaglia, uno a uno, los coristas salieron y cantaron solos, un fragmento, a modo de firma, de despedida o de hasta otra. Las cananas son: @ju4444na @lipegomezzz @pazbouzo @facu_guiondjian 

La noche terminó con discos pinchados, baile, goce y música que solo un obse musical como Martín Buscaglia, hijo de Nancy y el corto, puede combinar. Salute maestro estudiante!

Toca tu instrumento, el que te tocó
El que llevas dentro, lo sepas o no
Toca por la noche y por la mattina
Que el que no lo toca se le desafina 

                                                                  

                                                                   Los instrumentos

Cuatro Cuarenta