Abel Pintos y Luciano Pereyra

Fotografías: Analía Irigoin
Crónica: Pedro González
26 de febrero
Antel Arena



Tour "Es ahora": Abel Pintos y Luciano Pereyra

Antel Arena

Diego Maturro (telonero)


El viento en la explanada del Antel Arena servía para disimular el intenso ruido que generaba el tránsito, que avanzaba muy lentamente a la vez que aceleraba el pulso de conductores y conductoras ansiosos por recuperar su marcha normal, pariendo bocinazos, ronquidos de motores y gritos. Escapando de esa escena, entré al gigante de Villa Española, para corroborar luego, que estaba entrando justo en la boca del lobo, o mejor dicho, de las lobas.

En la fila para entrar caminé detrás del club de fans de Luciano Pereyra, un grupo de mujeres de mediana edad, que llevaban camisetas celestes con una inscripción, cita de una de las canciones de su admirado.

El público, como se esperaba eran en su mayoría, mujeres. Lo que llamó mi atención, fue que la media etaria, guardaba cierto paralelismo con la franja que sigue los magazines matutinos de las televisoras locales. Distinguí incluso, algunas que llevaban dispositivos de ayuda para su movilidad. 

De los pocos hombres que pude ver, creí reconocer dos situaciones, para mí claras, y a la vez extremas. Vi hombres que parecían acompañar a una reciente pareja, en momento de la “conquista”. Y también vi parejas que aparentemente tenían años de convivencia.

El recital comenzó 15 minutos después de la hora señalada. La ansiedad era como una densa niebla que iba poblando cada una de las butacas de un casi colmado Antel Arena. Finalmente, Luciano Pereyra, “Lucho” y Abel Pintos, se materializaron frente a todo ese público femenino que automáticamente alzó teléfonos, creando una constelación de receptores de imagen, buscando inmrtalizar el combinado de jean azul con destellos de brillantina, sin mangas, de Abel y el traje de mambo, de un color claro, oversize, de Luciano.

Luego de una recopilación cronológica de fotografías de los artistas, proyectadas en las pantallas sobre el escenario 360 grados, cantaron. Comenzaron como lo vienen haciendo en su gira, con Es ahora, canción que da nombre al tour y sintetiza el concepto detrás de esta reunión de dos de las máximas figuras de la canción romántica de nuestros vecinos del otro lado del río.

 

Ahora es ahora, no es futuro ni es ayer
Ahora todo es nuevo y en tus ojos puedo ser
La pura realidad de estar aquí
Solo estar aquí
Abrazados al milagro de vivir

-Es ahora-

 

La banda se ubicó sobre la platea del lado norte. Varias guitarras, un bajo y dos teclados se podían divisar desde mi ubicación, en el lado sur. El segundo tema que interpretaron fue Sin testigos de Lucho, seguido de: Aquí te espero, Abel. A esa altura ya había notado el gran riesgo que sufrían mis tímpanos ante la estridencia de los gritos de feroces fanáticas.

Para la canción Como te extraño, Abel tomó la guitarra. La canción que tiene un estribillo de mucho despliegue, a la mitad, baja la intensidad y se genera un silencio, luego retoma la intensidad del estribillo sin escatimar en el torrente de voz utilizado. Ese momento tuvo dos particularidades, en vez de enunciar “es lo único que quiero”, se oyó “es lo único que queremos” por parte del cantante, en alusión a su partener. Además, una chica del público se anticipó y gritó durante el silencio previo la frase que seguía, logrando acaparar la atención de todas las presentes por unos segundos. Estas interrupciones se repitieron, durante las canciones y los momentos en que los artistas hablaron, lo que me llevó a cuestionar si la admiración, implica necesariamente el respeto por el otro.

Luego Lucho tomó la palabra para referirse a lo que significa para ellos estar en Uruguay. “Cuando uno tiene la posibilidad de escapar un poquito de su tierra y hacer su primer viaje extranjero, este es el país en donde nos recibieron con tanto amor, como en casa. Estamos felices de volver a nuestra casa”.

Luego llegó el turno de que Lucho tomara la guitarra para Y así y así, le siguió Porque aún te amo, también de Pereyra. Con Once mil, de Pintos, todo pareció venirse abajo por primera vez en las gradas.

Para Seré, los cantantes se sentaron en dos banquetas que acercó un colaborador. Los gritos del público se acentuaron ante el llamado a que cantaran con ellos. Se percibió una especie de situación litúrgica en los artistas, lo que se profundizaba con una gran imagen de un cristo tatuado en uno de los brazos de Abel Pintos, a la vez de las muchas referencias a los designios divinos que provocaron, entre otras cosas, ese encuentro.

En Enseñame a vivir sin ti, la primera parte la cantó Lucho y Abel se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y luego, como si se tratara de una coreografía, Lucho hizo lo mismo mientras Abel tomaba la segunda parte de la canción.

Cantaron Motivos, de autoría de Abel y le siguió otra de su autoría, De solo vivir. Con esta, fue que se paró por primera vez el público para bailar. Al terminar la canción ellos se abrazaron y Lucho se bajó del escenario.

Abel habló de la admiración entre ambos, durante tantos años, y que más allá de alguna colaboración, no fue hasta ahora que se reunieron. Y siguió: “en esta canción que canté una cantidad de veces, yo canté para sanar, canté para evolucionar y canté para crecer, canté para sentirme mejor y esta noche la vuelvo a encantar con muchísima alegría”, y cantó Tu dolor, de Lucho.

Subió nuevamente Pereyra con otro outfit menos formal, y mientras bajaba Abel bromeó: “Este chico tiene futuro”. Luego dijo, “la música me da la posibilidad de estar compartiendo escenarios con un gran artista. Pero sobre todo con un gran tipo, como es él”, y cantó Creo en ti, de Pintos.

Una vez más, estaban ambos en el escenario, con looks diferentes, y comenzaron a jugar con la clave de candombe, seguidos por todos los presentes y Lucho esbozó algunas estrofas de A mi gente, del Sabalero. De esa manera se dio un quiebre en el show y se abrió camino un desfile de canciones bailables. Cantaron Camina suave y elegante del último disco de Abel, una colaboración con los míticos, Los Palmeras.

Le siguieron, El vestido rojo, Si te vas, Que suerte tiene él, Cuántas veces, Una mujer como tú y Como tú. Este momento del show logró que nadie quedara indiferente y el baile se hizo uno. El Antel Arena bailó de la mano de estos cantores, devenidos en ese momento, en bailarines pertinazes.

Una vez dado todo, en lo que a movimientos de caderas se refiere, una especie de tubo bajo sobre los músicos en el centro del escenario. Se bajaron las luces también y un coro de miles de admiradoras demandó, “Otra!”.

Las luces volvieron y se vio a los dos cantantes sentados y comenzaron a bromear con lugares comunes de nuestro país, se refirieron a las marcas de yerba mate más conocidas, a veranear en Punta del Este, etc.

El final se olía y llegó de la mano de Lucho, cantando uno de los temas insignia de Abel Pintos, La llave. Continuó con el cierre Abel, cantando Tu mano de Pereyra. El cierre, el final del show, fue Solo le pido a dios, de León Gieco.

Y así y así, pasaron estos dos ejemplares de la permanencia en el mundo de la música, del canto romántico y melancólico. Pero que también se permiten ampliar horizontes, y vaya a saber cuáles son los límites que los alcanzarán. En su camino siempre estarán esas almas ávidas de expresiones que buscan, al igual que sucede en las canchas de fútbol, desgarrar en gritos hondos sus amores, sus desdichas y anhelos.

Cuatro Cuarenta