El público, como se esperaba eran en su mayoría, mujeres. Lo que llamó mi atención, fue que la media etaria, guardaba cierto paralelismo con la franja que sigue los magazines matutinos de las televisoras locales. Distinguí incluso, algunas que llevaban dispositivos de ayuda para su movilidad.
De los pocos hombres que pude ver, creí reconocer dos situaciones, para mí claras, y a la vez extremas. Vi hombres que parecían acompañar a una reciente pareja, en momento de la “conquista”. Y también vi parejas que aparentemente tenían años de convivencia.
El recital comenzó 15 minutos después de la hora señalada. La ansiedad era como una densa niebla que iba poblando cada una de las butacas de un casi colmado Antel Arena. Finalmente, Luciano Pereyra, “Lucho” y Abel Pintos, se materializaron frente a todo ese público femenino que automáticamente alzó teléfonos, creando una constelación de receptores de imagen, buscando inmrtalizar el combinado de jean azul con destellos de brillantina, sin mangas, de Abel y el traje de mambo, de un color claro, oversize, de Luciano.
Luego de una recopilación cronológica de fotografías de los artistas, proyectadas en las pantallas sobre el escenario 360 grados, cantaron. Comenzaron como lo vienen haciendo en su gira, con Es ahora, canción que da nombre al tour y sintetiza el concepto detrás de esta reunión de dos de las máximas figuras de la canción romántica de nuestros vecinos del otro lado del río.
Ahora es ahora, no es futuro ni es ayer
Ahora todo es nuevo y en tus ojos puedo ser
La pura realidad de estar aquí
Solo estar aquí
Abrazados al milagro de vivir
-Es ahora-
La banda se ubicó sobre la platea del lado norte. Varias guitarras, un bajo y dos teclados se podían divisar desde mi ubicación, en el lado sur. El segundo tema que interpretaron fue Sin testigos de Lucho, seguido de: Aquí te espero, Abel. A esa altura ya había notado el gran riesgo que sufrían mis tímpanos ante la estridencia de los gritos de feroces fanáticas.
Para la canción Como te extraño, Abel tomó la guitarra. La canción que tiene un estribillo de mucho despliegue, a la mitad, baja la intensidad y se genera un silencio, luego retoma la intensidad del estribillo sin escatimar en el torrente de voz utilizado. Ese momento tuvo dos particularidades, en vez de enunciar “es lo único que quiero”, se oyó “es lo único que queremos” por parte del cantante, en alusión a su partener. Además, una chica del público se anticipó y gritó durante el silencio previo la frase que seguía, logrando acaparar la atención de todas las presentes por unos segundos. Estas interrupciones se repitieron, durante las canciones y los momentos en que los artistas hablaron, lo que me llevó a cuestionar si la admiración, implica necesariamente el respeto por el otro.