Airbag

Fotografía: Federica Camph

Crónica: Guillermo Amy

22 de julio de 2022

Sala del Museo

 

“Volver al pogo, volver al abrazo” esa es la frase que puede dar un indicio de lo que fue la noche en Sala del Museo. Si hay algo que caracteriza a la banda es la comunión con su público, su cariño y su entrega absoluta en cada show. Basta llegar al recinto donde toquen, que se siente una energía especial de parte de su público. Pareciera que hay un crecimiento conjunto con la banda, etapas pasadas, etapas compartidas y un futuro que, parafraseando a Los Redondos, “llegó hace rato”.   Lejanos parecen haber quedado aquellos músicos jóvenes que entonaban “Amor de Verano” y “Esta Noche”. No, ya no son esa banda, por más que forme parte de su discografía. Hace años la banda liderada por los hermanos Sardelli tiende a mostrar su parte más rockera, sus influencias, y este último disco, dejando de lado aquel famoso disco homónimo del año 2004 y “Blanco Y Negro” del 2006 para dar paso a sus discos más recientes. 
 
 En esta oportunidad, su visita se dio en el marco del “Jinetes Cromados Tour”, presentando canciones de su último trabajo y una gran cantidad de éxitos en su repertorio. La Sala del Museo es un escenario en que la banda pareció sentirse cómoda y con una libertad de acción total, comparable con el patio de la casa. La previa fue musicalizada por una DJ pinchando sus beats para dar paso al comienzo con una interesante intro que hacía recordar a las viejas películas Western para luego dar inicio con “Jinetes Cromados”, en esa oportunidad cantando Guido Sardelli dando todo de sí y saliendo a escena con una energía arrasadora y un sonido con mucha potencia. 
 
No recuerdo en mi memoria reciente haber asistido a un show tan distendido. Los discursos fueron largos, sin preparación alguna, fueron diciendo lo que sentían sin demasiado filtro, creando una comunicación genuina y sobre todo sincera con el público, que respondía con ovación a prácticamente todo lo que sonaba por los alto-parlantes. No solamente fue un espectáculo súper descontracturado, sino que también hubo espacio para múltiples solos de guitarra de Patricio Sardelli previo a dar inicio a las canciones, siempre dándo un “masterclass” en cuanto al instrumento refiere, recordándome por momentos a Walter Giardino, guitarrista de Rata Blanca. 

 
La influencia del Hard Rock clásico es notoria, la solidez, los solos de guitarra, los tonos agudos, y la potencia del sonido lo demuestran (y el reverb en los micrófonos también). El público recibió en todo momento con los brazos abiertos los distintos momentos independientemente de su duración. Si es verdad, que por momentos podía parecer excesiva la cantidad de “información”, pero a final de cuentas, las reglas están para romperse. El setlist consistió en un repaso por casi todos sus discos y dando estreno en Uruguay a alguna que otra canción de su disco “Al Parecer Todo Ha Sido Una Trampa”. A su vez también el grupo se dio el gusto de homenajear a bandas que son de su influencia, como el cover de “Money For Nothing” de Dire Straits, “La Balada del Diablo y la Muerte” de La Renga, y la interpretación de la 5ta sinfonía de Beethoven en guitarra, que es realmente memorable verla interpretarse en vivo. 

“Presiento que esta va a ser una noche larga” decía Patricio Sardelli, al inicio del show y vaya si lo fue. La adrenalina vibrante que se sentía dentro era avasallante. No solamente con sus hits más rockeros, sino que también supieron manejar a la perfección los momentos e introducir sus power-ballads de manera efectiva, casi siempre acompañada de una inmensa cantidad de celulares tratando de registrarlo todo. Y esa frase fue más que cumplida. Se dieron el gusto de agregar algunas canciones que no formaban parte del setlist, y de tocar por aproximadamente 2 horas y media y para sorpresa, faltó alguna que otra canción, ya que se vieron obligados a cortar en un momento.  
 
La buena noticia es que prometieron volver. Seguro de no ser por la One Direction Party que venía a continuación del show en el mismo recinto, tocaban toda la noche sin parar. Pero en esta oportunidad, más de 26 canciones, una muestra de virtuosismo instrumental y vocal, y una lista que no paraba de tirar canciones icónicas de la banda fueron el plato fuerte de la noche en la que fue casi imposible irse con hambre.  

 
 
Cuatro Cuarenta