Buitres en La Trastienda MVD

Fotografia: Javivi Rivero

Crónica: Guillermo Amy

12 de febrero de 2025

La Trastienda MVD

 

La banda se despidió de la emblemática sala con un enérgico show cargado nostalgia, emoción y celebración formando parte de el cierre de un capítulo muy significativo en la música uruguaya.


Poco tiempo atrás se confirmó una de las noticias que menos queríamos escuchar: La Trastienda anunció su cierre para fines de febrero, con una programación 100% nacional para despedirse en grande luego de más de 15 años de actividad. En su historia, supo albergar gran cantidad de shows nacionales e internacionales, permitiendo muchas veces ver bandas de inmensa trayectoria en un lugar para 800 personas. Con el tiempo, para gran parte de la escena (músicos y asistentes) se terminó transformando en una segunda casa. En el caso de Buitres, fue una sede de reencuentro, de pruebas, de ensayo y error, pero al lugar a que siempre volvían. Basta recordar aquel episodio del 2019 en Cosquin Rock en que su vocalista, Gabriel Peluffo “no me van a bajar del escenario, nos vemos en La Trastienda”, más claro, échenle agua.

Luego de una apertura a toda máquina con “Calaveratur”, la banda saludó al público con un “Buenas noches, bienvenidos a La Trastienda”, palabras que trajeron cierta melancolía considerando que, probablemente, fuera la última vez que esas palabras sonarían en conjunto. “Todo va y viene, pero vamos a extrañar mucho este lugar” comentó Parodi al respecto.

La noche tuvo su despegue con “Afuera la lluvia” y “Canción de Cuna”, dandole un tinte épico a una velada que ya desde la previa se sabía que sería inolvidable. Los homenajes también estuvieron incluidos, con la enérgica versión de “El Instrumento” de Eduardo Darnauchans, y a su propio legado en Los Estómagos con “Frío Oscuro” y “Avril” (esta última siendo uno de los momentos más destacados de la noche).

A simple vista se notaba un clima más familiero en el público y la sala parecía estar repleta de viejos amigos. En ese intervalo de “10 minutos” (que rondaron los 30) se veían reencuentros, anécdotas y todavía un latente sentimiento incrédulo de estar viendo en presencia de algo que será irrepetible. Con esa mezcla de nostalgia e incertidumbre del futuro próximo, el público y la banda volvieron a sus posiciones para un segundo bloque a pura intensidad.

La comunicación fue distendida, con muchos chistes y dándose el gusto de contar con presencia familiar: Juan Peluffo (hijo de Gabriel) se sumó a las guitarras para interpretar “Condenado el Corazón”, “Ojos” y “Milonga Errante”, hecho que se lo veía a Gabriel genuinamente emocionado por el momento. La audiencia también jugó su papel protagónico con un telón gigante que se hizo presente durante todo “Soy del Montón” y constantes cánticos impidiendo que el silencio tomara protagonismo.

“Buena suerte para vos, y hasta siempre” dedicaba Buitres a una Trastienda que todavía esa distorsión inecesante, y los golpes de batería que marcan el pulso. Luego de una secuencia de himnos entre los que se encontraron “Buitres” (en el que considero que más que nunca se sintió el “no es un día más”) y “Carretera Perdida” y “Yo No Voy a Morir”, dio cierre una noche que contó con una despedida un poco más larga y dejó a propios y extraños con sentimientos encontrados. Cómo dice una frase de Patricio Rey, “las despedidas son esos dolores dulces”.

Cuatro Cuarenta