Dillom

Fotografía: Jurema Torres

Crónica: Pédro González

16 de agosto de 2024

El Sitio

 

El artista argentino, un espécimen raro dentro de la nueva generación de músicos que han proliferado en Argentina y que han sabido abrir espacios internacionales. El que plantea una propuesta que se ha hecho eco en el mundo artístico, con buena acogida, que le dan el visto bueno y lo separan del cardumen malogrado de traperos y músicos urbanos que si bien han acumulado fama y dinero, no cuentan con la aprobación de los maestros.

Una presentación austera, con un Dillom en plena recuperación de una arremetida gripal y que confesó a su público aun estar padeciendo un estado febril. Sin gran despliegue, con un sonido por momentos poco reconciliado con la rigurosidad en la ejecución, hizo vivir un momento único a sus fans.

En este aspecto es de resaltar que era posible ver una gama etaria que atravesaba varias generaciones, con igual decisión de expresarle al artista su más profunda devoción. Es quizás lo más intenso que se vivió, el público, que en cada coro futbolero en el que aclamaban a su ídolo “ole, ole, ole, Dillom, Dillom” provocaban espasmos en esa carpa gigante que se instaló en el gran Velódromo Municipal.

Dillom que carga con una mochila familiar densa, de familia Judía ortodoxa, a atravesado según se desprende de sus declaraciones en entrevistas por el consumo de drogas paliativas para sus estados de ansiedad fruto de la imposibilidad de lidiar con esas heridas. En su música se plasma ese insumo emocional, oscuro, pantanoso. La búsqueda artística del argentino pasa por transmitirlo, y lo consigue de buena manera, no solo por sus letras Kafkianas, también por una estética elaborada en ese sentido, al igual que la construcción sonora, con su voz saturada, que podría entenderse de mal gusto si no se pone atención de lo oportuno en el conjunto.El pogo es una novedad. Ese pogo que parecía comenzar a extinguirse en fuegos rockanroleros con propuestas menos saltadas, ahora es la expresión multitudinaria y contundente de un género híbrido, con un golpe intenso de batería marcando el compás, depresivo, pastillero y oscuro.




Era viernes, y yo andaba en la de siempre

Encerrado en mi cuarto y afuera llovía fuerte

Escuché un ruido fuerte y fui a fijarme

Subí a la terraza y vos estabas por tirarte, aléjate

¿Cuántas pastillas tomaste?

(“Últimamente”/Por Cesárea )




La noche terminó repentinamente, el músico había confesado su malestar y esa puede ser una de las razones por la cual el final, abrupto, con la última canción, al terminar dio paso a las luces generales y la desaparición inmediata de los artistas.

Dillom pasó sin defraudar, dejando la confirmación de una propuesta que no pasa indiferente, cuestionable, un tanto radical y que se lleva muy bien con su público.

Cuatro Cuarenta