Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado

Fotografía: Jurema Torres
Crónica: Martín Carlevaro
5 de abril
Velódromo de Montevideo


No es un recital normal. No se trata solo de ver una banda en vivo. Es como sus fanáticos llaman, una misa. Un evento al cual los creyentes de esta religión no pueden faltar y por eso llegaron en gran número desde varios rincones del país y desde el país vecino.

Charly García definió hace muchos años un término de rock chabón para referirse al rock promovido por las clases bajas y donde el público tomaba parte activa en los conciertos con sus pogos, sus cantos y su actitud más parecida a la de una hinchada de fútbol. Los Redondos fueron grandes exponentes de  esta corriente, y por ello los alrededores del Velódromo estaban llenos grupos de personas cantando con sus banderas, con sus camisetas de fútbol de distintos clubes del Río de la Plata, con sus pilusos o revoleando sus buzos y remeras, porque la misa empieza antes que el propio recital. Desde que salen los ómnibus contratados, desde que salen en su auto a hacer varios kilómetros de ruta, o desde que salen a la misma a hacer dedo, porque no importa cómo se llegue, sino llegar.

Una cuerda de tambores se subió tocando al escenario y bajó de la misma forma luego de pocos minutos tamborileando, sin hablar, sin presentarse, oficiando de teloneros fugaces cuando aún quedaba poco menos de una hora para el inicio del show principal.

El ambiente estaba más que preparado. Las canciones típicas en las previas de recitales, mezclaban “el que no salta es militar” con “el que no salta votó a Milei” por la cantidad de gente que vino desde Argentina.

Cerca de media hora pasaba de las 21 hs cuando Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado subieron a escena junto con la imagen del Indio a través de las pantallas cantando “Rock para los dientes” para dar inicio al espectáculo. Una canción que usa analogías de la cocaína para hablar sobre otra cosa, el capitalismo.

Por supuesto fueron mezclando temas de Los Redondos con temas de la etapa fundamentalista. A nivel general la lista fue muy ricotera, muchos himnos redondos y muchas joyas que no suelen tocar en vivo como “Tsunami”, que la última vez había sido también en el Velódromo hace 20 años, y “Cuá Cuá Amén” que es un tema inédito que habla sobre la guerra de las Malvinas.

También interpretaron la canción “Pabellón séptimo (relato de Horacio)”, sobre la masacre ocurrida durante la dictadura Argentina donde tanto la banda y el público hicieron su grito al cielo de ¡Nunca más!


Nadie es capaz, no pueden borrar mis recuerdos

Nadie es capaz de matarte en mi alma (...)

¡Ya nunca más!

¡Ya nunca más!

Y nunca ya voy a olvidarte, Pablo, nunca.

Seguido de esta canción vino “Tarea Fina” y “La Gran Bestia Pop”, creo la primer canción de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota que escuché en mi vida, desde un cd trucho conocido como “ensalada” (solo los mayores de 30 entenderán a qué me refiero), que tenían mis padres de rock argentino. Luego vino un intervalo de 5-10 minutos. La canción para regresar del parate fue “Fuegos de Oktubre”.

Cuando le llegó el turno a “Ya nadie escucha tu remera”, no hubo una persona que no empezara a rebotar y saltar en la parte instrumental del saxo. Fue como un efecto instantáneo y masivo. Fue un punto de efusión muy alto para luego llegar al momento emotivo de la noche con “Ángel Amateur”, la canción en la que el Indio se despide de los recitales en vivo. Casualmente fue después de “Un Ángel para tu soledad” y le siguió “To beef or not to beef”, con su popular frase “pensando en vos siempre, siempre extrañándote”.

Empiezo por el final,

terminaré en el principio.

Mis intereses quizás,

no fueron muy saludables.

Yo ya no puedo cumplir,

hazañas que prometí

sólo seguir cantando…


La canción mencionada -y citada- fue acompañada por imágenes del Indio en todas sus etapas, cantada por él de forma grabada, y culminó con la ovación y el “olé olé olé Indio Indio” del público. Si algo mantiene vivo el legado del Indio, además de sus canciones claro, y la idolatría que existe por su persona, es la banda y los músicos de calidad que tiene. Además de ser cada uno virtuoso en lo suyo -el instrumento que toca o los coros- todos cantan y eso es algo que le da un plus. No es normal que en una banda haya seis o siete vocalistas. Les da la libertad para elegir la canción que mejor le sienta a cada uno, y a nivel auditivo eso es algo novedoso que funciona muy bien. Claro, además algunas canciones son cantadas por Carlos Alberto Solari de forma grabada como ya mencioné.


Otra cosa que me sorprendió de Los Fundamentalistas es que desde el saludo inicial a la despedida, no dijeron una sola palabra. Ni al final de las canciones, ni después de los aplausos, ni hablando entre ellos. Recién al final se explayaron un poco, recordando que hace 20 años habían tocado en el Velódromo por primera vez y presentando las canciones que iban a cantar a continuación: “Mariposa Pontiac” y “Rock del país”, “en este caso del paisito”, según dijo el guitarrista Gaspar Benegas, quien agregó: “Muchas gracias por el aguante de todos. El Indio sabe que siempre somos bienvenidos acá y que le guardan un cariño enorme”. También le agradeció públicamente por dejarlos interpretar sus canciones.

Como no podía ser de otra forma, la noche luego de 33 canciones culminó con “Jijiji” y el pogo más grande del Mundo. Sea con presencia virtual o no, el legado del Indio Solari y Los Redondos se mantiene vivo en su gente y en su banda que sigue tocando para que esto se mantenga.

Cuatro Cuarenta