Eran las 22:15 cuando los españoles salen a escenario para empezar con unos potentes golpes de batería y dar inicio a “Segundo Premio” del disco “Una Semana en el Motor de un Autobus” (para muchos, uno de los mejores discos del pop/rock de España). El furor era total, los gritos se hacían sentir, la emoción de tener a esta banda a pocos metros dándolo todo era causante de que todas las miradas estén dirigidas al escenario y a cada uno de sus integrantes quienes aportaban en igual escala al paisaje sonoro. “Devuelveme La Pasta” y “Hierro y Niquel” fueron las siguientes en sonar y de alguna forma la tesitura se sostenía. Una base sólida, prolija y empastada, combinada con guitarras en las que su rol era ambientalizar y dar ese aire casi místico que los caracteriza.
La voz de Jota nunca brilló por ser virtuosa, ni por ser de fácil escucha, pero son canciones que, si las cantara otra persona, difícilmente generarían lo mismo, y ahí es donde está la autenticidad. También es cierto que a lo largo del show se sintió por momentos opacada por el resto de la banda (que tocaba a una intensidad infernal) y que en los momentos que el vocalista intentaba comunicarse (que fueron en algunas pocas oportunidades), era casi imposible si quiera entender lo que estaba diciendo. Pero pese a esto, y a que seguramente a los espectadores nos hubiera gustado escuchar lo que tenía para decir en correspondencia con su primer show en Uruguay, no alteró para nada el resultado final del show.
La banda tiene 30 años, varios discos, transformaciones, y facetas que pueden llegar a variar en el desarrollo de un disco solo. El desafío estaba en de alguna forma satisfacer y respetar todas esas transformaciones y la banda lo logró con creces con un show de alrededor de 23 canciones en el que se vio excelentemente bien representado el cancionero de la banda. El sonido crudo de los temas de la guitarra como en “Santos Que Yo Te Pinté” y “De Viaje” (haciendo acordar al Noise Rock de Sonic Youth), los graves y la iluminación hacían sentir una fuerza muy consistente e hicieron que los espectadores viviveran el desarrollo del show de manera muy intensa. Se apreciaban bailes individuales, mucha gente dejándose llevar por los compases y los sonidos como pocas veces se vió. A su vez, también en canciones que consisten en una psicodelia más latente, como “Islamabad” (7 minutos memorables), o David y Claudia (indie por excelencia) el público supo respetar y acompasarse a los ambientes.