Fue el homenaje que ofrecieron las Milongas Extremas a Alfredo Zitarrosa, en la sala que lleva su nombre. Reviviendo sus canciones en un concierto lleno de emoción y milonga. Mientras el público esperaba para ingresar, sonaba en el parlante “Guitarra negra”, presagiando lo que sería una noche cargada de emociones.
A medida que las luces se atenuaron, el murmullo del público se convirtió en silencio. La banda tomó el escenario. Un sonido de radio sintonizando diferentes canciones del canto popular uruguayo sonaba de fondo. Pronto, la voz de lo que parecía ser un presentador, resonó a través de los parlantes:
“Alfredo Zitarrosa, lleva un tiempo entre nosotros, es uno de los valores de la canción popular, autor e intérprete de lo que podemos llamar el ritmo tradicional o popular uruguayo. En el fondo Zitarrosa es un juglar, un trovador. Es un hombre de pueblo que trata de interpretar lo que el pueblo siente y quiere decir, y el pueblo se reconoce en las cosas que escribe y que dice, y que canta nuestro amigo Zitarrosa”
Esta introducción, dio inicio a la noche, con “Nene patudo”, canción que refleja las desigualdades sociales a través de la mirada inocente de un niño. La segunda canción de la noche fue “La canción del cantor”, con una letra donde explora la relación entre el cantor y sus emociones. Luego, en “De no olvidar”, se hizo mención a Lucio Muniz, uno de sus compositores.
A medida que avanzaba la noche, los primeros invitados comenzaron a subir al escenario. Néstor Moreno y Alejandro Silvera, del grupo Copla Alta, cautivaron al público con “Crece desde el pie”. Luego, Lucía Chappé se unió para interpretar “Milonga de ojos dorados”. El guitarrista Carlos Méndez también se sumó para acompañar “Solos y juntos” y “Zamba por vos”, añadiendo su maestría a la noche.
Tras la actuación de los invitados, las Milongas Extremas retomaron el repertorio con “Tributo agrario”, seguido de “Ama y ensancha el alma” y “Vámonos”. Durante estas canciones, las guitarras criollas sonaron con un toque de rock and roll, desatando la energía en la sala, donde el público se puso de pie para aplaudir.