Residente

Fotografías: Facundo Bertones
Crónica: Pedro González

3 de octubre
Antel Arena


Residente estuvo en Montevideo y explotó el Antel Arena

Cuenta la leyenda que eligió ese apodo porque así es como se tenía que identificar con el guardia, cuando regresaba a su casa en Trujillo Alto, donde estudiaba.




La gente fue llegando a las puertas del gigante que una vez más congregó, en Villa Española, un gentío ante la visita de uno de los referentes de la música de los últimos tiempos.

Mucho movimiento, subidas en la escalera, encuentros entre cómplices que se dieron cita allí, colas frente a los puestos de ventas de bebidas. El nerviosismo estaba presente, porque en breve cantaría residente, frente a toda esa gente, de edades y géneros diferentes, altamente consecuente con un estilo emergente que atraviesa mentes disimiles.

Entre el pùblico se vio al al gran Lobo Núñez, militante del tambor y el candombe Nacional.  Lo vi cuando fui a comprar una cerveza. En la controversia de seguidores y detractores, sumó un punto a favor. 



Pensé que una vez en el campo no iba a poder salir con facilidad, y fui al baño. Notè que los mingitorios en el baño de hombres están a la altura de las caderas, lo que además de ser mas cómodo evita el salpicar y eso colabora con la higiene, un detalle del lugar.


Eran las 21:20 horas y aún no había nadie en el escenario, pero comenzó a sonar “A Don José”, se apagaron las luces y fue como catalizador emocional, todos comenzaron a cantarla. Cuando terminó, aplaudieron y se desató un: “Uruguay, Uruguay”, generalizado.

El público se emocionó cuando a las 21:24 Rene, Residente, apareció. Con un chaleco de traje, una camisa blanca y gorro. Se paró ante un estrado con la inscripción PRESIDENTE, y con un papel en la mano comenzó a leer. En la pantalla se proyectó un maquina de escribir que tecleaba e iba construyendo un texto impulsada por una mano anonima.  


Una voz de mujer tomó la posta, comenzó a contar una historia, la imagen de residente se diluyó en la pantalla y una botella de lo que parecía ser ron, a su lado, terminó en sus manos. La botella fue guiada hasta su boca, y desde el pico, sorbió un trago largo.


 La historia, sobre su pasado, sus penas, su amigo asesinado, se cerró con lagrimas en los ojos, con una emoción amasijada y la música comenzó a sonar, ahí explotó la primera canción “Rene”. El público empatizó con su lágrimas prontos para subirse al viaje emocional que avisó su llegada.


La bici encima del barro
Con un vaso de plástico en la goma
Pa' que suene como un carro
Recargábamos batería con malta india
Y pan con ajo, nadie nos detenía

Éramos inseparables, hasta que un día
Lo mataron entre cuatro policías
Mi alegría sigue rota
Se apagaron las luces en el Parque de Pelotas

- “René”, Residente -


Una artista retrató con acuarela las emociones que se fueron gestando en el escenario y se proyectó su mano trabajando en las pantallas. Se pudo percibir el movimiento de la tinta que sumergida en agua bailaba sobre el papel, empujada por un pincel largo y suave, hasta que finalmente la acuarela adoptó una forma, casi al azar y las expresiones quedaron impresas. De esa manera fuimos cómplices del misterio reservado a los ilustradores, abocados a domesticar lo impredecible de los elementos.


La siguiente canción comenzó, mientras sentado en una escalera cubierta de dibujos de su rostro, Residente canta, y las manos le tiemblan. A la mitad de la canción se detiene y explica que necesita dejar la canción y hacer otra cosa, entonces la corista suelta unos estruendos vocales, el mientras él parece descansar.

Un solo de violonchelo tomó el escenario con una interpretación exquisita, hasta que reapareció Residente y Terminó de cantar “Ron en el piso” e inmediatamente las percusiones avisaron que comenzaba la fiesta, el portorriqueño se comió el escenario, la indiferencia no fue opción porque todo saltó por el aire en el Arena. 


Al finalizar la canción relató su paso por la casa de Mujica (aplausos generalizados), el Pepe le dijo: “No pares”.  Y siguió “el Pepe es un hombre muy importante que estuvo siempre para su país”. Finalizó el relato con un Uruguayyy! a lo que la multitud estalló. 


Enseguida vino “Atrevete” y se rompió todo, la montaña rusa seguía sin aminorar la marcha. Después vino “El aguante”, no se avizoraba un alto en el vértigo que proponía el residente visitante. 


Luego llegó “Darle la vuelta al mundo” con un estribillo hermoso de la corista. Después recordó los conflictos violentos que azotan la humanidad, con énfasis en el genocidio en Gaza, mientras hablaba, se envolvió en una bandera Palestina y fue aplaudido con rabia contenida por la multitud y cantó “guerra”.


La corista fue la encargada de bajar la intensidad, que vino con la canción “Desencuentro”, mientras Residente volvió a la escalera con los dibujos. Eran las 22:48 y se transitaba un momento de calma, una meseta en la montaña rusa con la que llegó el rapero. 


Inmediatamente anunció otro subidón, habló de la “energía que tiene la capacidad de sacar lo mas claro y oscuro de las personas” y agregó “la única manera de festejar es con ustedes brincando”, y llegó la canción “Esto es una fiesta de locos”.

Un momento a parte se vivió cuando una cámara se posó sobre el público y una chica perreó provocando alaridos y aplausos. La cámara siguió señalando gente, y todos vimos a una niña emocionada levantando los brazos en alto como agradeciendo. Le siguieron varias perreadas femeninas y masculinas. Muy divertido el recurso de incorporar al público al show. Finalizó con un plano general y todos bailamos para la cámara. 

Llegó la hora del primer bis, se fueron los músicos y apagaron las luces provocando el delirio generalizado que pedía más, 23:13 horas. Volvieron con la chica que escribía a maquina, leyendo mientras se proyectaba lo escrito en la pantalla. Le siguió, con el canto en paralelo de la corista, tirando bombas de voz, la acuarelista sincronizó la tinta al canto transformando el Antel Arena en un taller de arte, sublime.

Cuatro Cuarenta