Un momento a parte se vivió cuando una cámara se posó sobre el público y una chica perreó provocando alaridos y aplausos. La cámara siguió señalando gente, y todos vimos a una niña emocionada levantando los brazos en alto como agradeciendo. Le siguieron varias perreadas femeninas y masculinas. Muy divertido el recurso de incorporar al público al show. Finalizó con un plano general y todos bailamos para la cámara.
Llegó la hora del primer bis, se fueron los músicos y apagaron las luces provocando el delirio generalizado que pedía más, 23:13 horas. Volvieron con la chica que escribía a maquina, leyendo mientras se proyectaba lo escrito en la pantalla. Le siguió, con el canto en paralelo de la corista, tirando bombas de voz, la acuarelista sincronizó la tinta al canto transformando el Antel Arena en un taller de arte, sublime.